Me introduje en el ascensor, cargué mis maletas llenas de
ilusión, y subí al cielo de manera precipitada, recuperé mi alma de lo más
profundo de los infiernos y recompuse las piezas de un corazón que yacía
muerto, y todo ello en vano.
Como si fuera un espejismo, al llegar al punto álgido del
sentimiento, todo se desvanece, como quien muere de sed y cree ver un oasis, y
veo como vuelvo a caer, veo como mi alma me abandona, como mi corazón se rompe
de nuevo, y siento que todo aquello que anhelaba, todo aquello que invadía mis
pensamientos, una vez llegado el momento se vuelve contra mí y me hace odiar
esa necesidad irracional por amar.
Quizás no es el momento, puede que ahora mismo no sea mi
destino, pero me encuentro impotente al
sentir que estoy muerto por dentro, y que cuando me levanto de la tumba, me
vuelvo a caer dentro de ella.
Mi ataúd es caliente, y voy vestido con mis mejores galas,
pero estoy muerto, muerto por dentro.