Me desperté desnudo, rodeado de mujeres y botellas de Jack Daniel’s y me di cuenta de que esto no había hecho más que empezar. El sexo por el sexo, sin miramientos, sin complicidad, nada más que mera penetración, y luego, ¿Qué me queda, un desahogo, un medio buen rato, y una cara de póker por la mañana?
Abrí el grifo, metí la cabeza bajo la ducha y me di cuenta que no tenía sentimientos para limpiar mi alma engañada.
Siempre he buscado pasión en mi vida, en todos sus aspectos, en cada paso que doy, en cada sensación, en cada uno de mis momentos, y cada vez entiendo menos esa ambición que todo hombre hemos tenido por llenar nuestro cinturón de muescas.
Por lo que he decidido no llevar cinturón, porque estoy harto de follar y de no hacer el amor, de compartir mi cama con almas vacías, cuando en realidad se exactamente lo que quiero, y no soy capaz de encontrarlo, o más que no encontrarlo, no tengo el valor de cogerlo.
Ya que cuando despierte quiero saber si ha sido realmente bueno, o si solo son sonrisas a cara de perro para disimular.
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